George Eastman – El Padre de la Fotografía Moderna

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Este artículo no pretende ser una biografía de este genial visionario, sino un ensayo libre, un pensamiento, acerca de su obra y aporte a la fotografía mundial.

George Eastman nació en Waterville, Nueva York, el 12 de Julio de 1854 y trabajó como ayudante en varios estudios fotográficos de la época, antes de fundar su propia empresa. Para entender la importancia de este hecho, hay que situarse en el contexto de la época y saber como era la fotografía de entonces y como Eastman se dio cuenta de cual era el futuro de ella.

Aquí vamos.

Cuando en 1835 el gobierno francés le compró la patente a Daguerre, se desató una locura en toda Francia. Se liberaba el don de la fotografía a cualquiera que tuviera un poco de conocimiento alquimista y agallas, la posibilidad de ser un Daguerrotipista, o sea un fotógrafo profesional. Esta locura tuvo un nombre: La Daguerrotipomanía, donde todo el mundo quería ser Daguerrotipado y todo el mundo quería Daguerrotipar al prójimo. Así lo demuestra esta famosa caricatura de la época de Theodore Maurisset:

Poseer un Daguerrotipo era un sinónimo de distinción. Pero veamos que se necesitaba para ser un Daguerrotipista. Primero había que comprar el libro de Daguerre donde se describía todo el proceso de fabricación de la placa sensible a la luz. Algo así como pulir una placa de plata de unos 10 X 12 cm. Exponerla en un cuarto oscuro a los vapores de Yodo y así formar en la superficie una sustancia sensible a la luz llamada yoduro de plata. Inmediatamente, llevar la placa sensibilizada a la cámara oscura, quitar la tapa del lente y hacer posar al cliente durante 5 minutos! Luego de ello, volver al cuarto oscuro, revelar la imagen formada en la superficie de plata y fijarla mediante un baño de agua caliente y sal. Se obtenía así, un original en positivo que se entregaba al cliente como una obra única, incapaz de poder reproducirse. Todo esto se volvía a repetir con la llegada de un nuevo cliente. Se calcula que un Daguerrotipista común, podía llegar a hacer una media de 30 Daguerrotipos al día. Y se amasaba al cabo de 10 años una considerable fortuna.

Pero a finales de 1850 la fotografía cayó en un pozo, se estancó, quedó fuera de moda. Un inglés, Federico Scott Archer la reflotó con un sistema mucho más engorroso aún, el colodión húmedo, pero de una calidad infinitamente superior al Daguerrotipo. El sistema consistía en mojar con alcohol una placa de vidrio y sustancias sensibles a la luz. Rápidamente antes de que el alcohol se evaporara había que llevarla a la cámara, y con apenas 30 segundos a 1 minuto de exposición, la placa ya estaba impresionada. Era la época de la instantánea! Por primera vez era posible salir a la calle y hacer tomas en vivo, sin tener que posar en un sillón con soportes de metal para sostener la cabeza durante 5 minutos. Sin duda, lo engorroso del sistema para fabricar la placa fotosensible, era compensado por los resultados.

Con este sistema de exposición tan breve, surgieron los primeros reporteros gráficos. La guerra de Sebastopol aparecía ilustrando los periódicos. Un nuevo impulso pone de vuelta en carrera a la fotografía. En Estados Unidos para 1870 ya se habían inventado las placas secas de gelatina. También eran con soporte de vidrio, pero tenían la ventaja de que se conservaban más tiempo. No era necesario salir corriendo a la cámara como con el colodión. Las placas secas se podían almacenar. En otras palabras, la ventaja consistía en que el fotógrafo se fabricaba sus placas antes que llegara el cliente.

Es en este momento de la historia en que situamos al joven y entusiasta George Eastman. ¿Cuál fue su idea genial? ¡Muy sencillo! Industrializar la fabricación de placas secas, con la finalidad de aliviar la tarea del fotógrafo. Luego de conseguir el aval para alquilar un viejo galpón, y tras haber diseñado y fabricado él mismo, una máquina para fabricar placas secas, nació en 1880 la “Compañía Eastman de Placas Secas de Gelatina».

Pero la verdadera revolución ocurrió 8 años después. Cuando el soporte de vidrio de las placas secas, evolucionaron hacia un soporte flexible y más económico: el papel. Ello permitió enrollar el material fotosensible. Junto a este hecho solo faltaba que Eastman diseñara una cámara más pequeña que los enormes y pesados cajones de madera que existían hasta ese momento. Su cámara de cajoncito, la «Kodak Camera 100 Vista» con un rollo para 100 poses dentro, fue lanzada al mercado estadounidense en 1888 con el slogan publicitario: “Usted aprieta el botón… y nosotros hacemos el resto”. Esta simple frase, cambiaría para siempre la historia de la fotografía. Lo que hasta ese momento solo estaba reservado para unos pocos entendidos en física y química, los fotógrafos profesionales, ahora se ponía al alcance de cualquiera. Que sin conocimientos previos de ninguna clase, y a un precio accesible de u$s 25, podía tomar fotografías sin preocupaciones.

El método de la compañía Kodak consistía en vender la cámara cargada con un rollo. Cuando el cliente terminaba las 100 tomas, enviaba al laboratorio de Rochester, la cámara donde le extraían la película, le revelaban el rollo, le imprimían las copias en papel (eran fotos circulares de 5 cm. de diámetro) y luego le devolvían la cámara cargada nuevamente con otro rollo dentro. ¡Era la democratización de la fotografía!

Desde ese momento y hasta nuestros días, sus ideas, sus slogan publicitarios, el rollo cinematográfico de 35 milímetros de celuloide, el primer rollo color del mundo (Kodacrhome), han sido la inspiración de muchas empresas, del rubro y fuera de él, surgidas de una mente brillante, pujante y trabajadora… la de GEORGE EASTMAN!

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